Valentía en la esperanza

Octubre, 2021

Termina octubre para dar paso a noviembre y el cansancio se hace notar. Pues claro, son muchas las variables que influyen: casi dos años de pandemia, inestabilidad sociopolítica, violencia, problemáticas económicas, cesantía, inestabilidad laboral, además de los deberes cotidianos propios de la realidad de cada persona. Los padres de familia en su labor educativa, los profesores en su exigente adaptación metodológica, los cesantes en su búsqueda de trabajo, los estudiantes en su proceso de aprendizaje, los que padecen enfermedad y dolor en su búsqueda de sanación y así, cada persona en su realidad. Pero más aún, la última etapa del año suele ser la más exigente, justo cuando más cansancio se tiene, puesto que es cuando se dan los cierres de procesos, entrega de informes y evaluaciones del año, junto con planificar el próximo.

Ahora bien, todas estas actividades son nobles, buenas, bellas, propias del ser humano y, asimismo, dignas de esperanza. Esto último es como la “luz al final del túnel” que nos dispone a ser valientes en nuestra labor.

Al respecto, Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, señala que “el fin de toda actividad está de acuerdo con el modo de ser, y para el valiente la valentía es algo noble, y tal lo será el fin correspondiente, porque todo se define por su fin. Es por esta nobleza, entonces, por lo que el valiente soporta y realiza acciones de acuerdo con la valentía”.

Se comprende que la valentía consista no solo en llevar a cabo acciones, sino también en el resistir. A propósito, puede servirnos la figura clásica del soldado que sostiene en una mano la espada para arremeter y en la otra un escudo para soportar los embates contra su esperanza.

Siguiendo la frase de Miguel de Cervantes en el Quijote, “lo que poco cuesta aún se estima menos”, podemos decir que “lo que mucho cuesta aún se estima más”. Entonces, si nuestra labor nos exige esfuerzo y el cansancio arrecia, podría sernos de utilidad volver a fijar la mirada en el objeto de nuestra esperanza, en ese significado que por mucho costar justamente más valor tiene.

Luego vendrá el tiempo del reposo, en la medida que nuestra valentía en la esperanza, vuelva a ese preciado bien en una realidad ya presente. ¡Ánimo, que hay mucho que ganar!

Juan de Dios Giménez Salinas

Psicólogo

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