¿Por qué Tomás de Aquino?

Septiembre, 2023

En su esfuerzo por penetrar la realidad y descubrir su orden, el entendimiento —que no lo causa, pero sí lo conoce— va desarrollando saberes. Entre ellos se da una conexión que permite que unos se apoyen en otros anteriores, y de ellos dependen también muchos de sus juicios. La psicología no es una disciplina ajena a la unión entre los saberes. Preguntarse por la psicología humana y ahondar en su conocimiento supone una serie de consideraciones previas que están a la base. Dado que la psicología indaga en un aspecto del ser humano, debe apoyarse en una reflexión sobre el conjunto de sus operaciones, a la que subyace entitativamente el conocimiento que da cuenta de estas. Asimismo, la pregunta por la naturaleza del ser humano supone una anterior: aquella sobre la naturaleza en general, que también exige un análisis acerca del fundamento de cualquier naturaleza o cambio. Podríamos afirmar, entonces, que la psicología se sostiene en la filosofía moral, y ésta en la antropología, que a su vez se cimienta en la filosofía de la naturaleza, y todas ellas, en definitiva, en la metafísica. 

El estudio de la psicología se enriquece y se orienta a partir de este caudal de conocimientos que emana de tales ciencias previas al pensar psicológico, sustrato que se puede encontrar en la síntesis de santo Tomás, que brinda a la psicología sólidas bases para avanzar en su propio camino. Enunciaremos a continuación algunos de esos aportes casi inexplorados, los cuales son de una fecundidad inaudita para redescubrir en nuestro tiempo con inmenso provecho para la psicología.

El pensamiento de santo Tomás de Aquino y su sistematización de la vida moral del ser humano podría también constituir una psicología profunda. El ser humano puede o no tener alteraciones psicológicas, pero de ninguna manera puede mantenerse ajeno al mal moral —ya sea como causa del mismo o por padecer sus consecuencias—, y todo ese análisis, en su determinación formal, si bien no configura un pensar psicológico, sí nutre y enriquece la concepción de las dinámicas de la vida humana. Con frecuencia, las complicaciones profundas de la vida y de sus relaciones corresponden a este orden. Pensar sobre el egoísmo, el orden y desorden del amor, el esquema de los vicios y virtudes con sus consecuencias, sus formas y sus relaciones, nos va descubriendo un mundo dentro del cual se desenvuelve la vida humana individual y colectiva en el que vale la pena adentrarse para entender cuanto nos sea posible. Su aporte a la comprensión de la estructura de un acto humano, hilado con claridad meridiana y una sutileza que asombra por el grado de conocimiento de la humanidad, es francamente insuperable en sus observaciones, distinciones, relaciones y alcances. 

Por otra parte, el aporte que supone el esquema de las pasiones humanas realizado por santo Tomás no tiene precedentes. Su capacidad de definir formalmente los movimientos de cada una de las pasiones, distinguiendo las dimensiones de los apetitos, la naturaleza de los movimientos, su objeto formal, sus tipos, sus efectos y sus remedios en algunos de ellos, reúne lo mejor de las observaciones desde la antigüedad hasta su tiempo. Los ordena y presenta de manera tal que permite una aproximación a la dimensión pasional humana que no se encuentra con facilidad en los manuales contemporáneos de psicología. Y lo mismo ocurre con su capacidad de vincular el acto de la voluntad y los sentidos internos a los movimientos del apetito sensitivo: son de una lucidez y acierto asombrosos, que revelan una mente que conoce en profundidad la vida humana. 

En cuanto a su antropología, nos encontramos con una visión tan completa del ser humano desde el punto de vista entitativo y operativo, que es posible dar espacio en él a todas las observaciones acertadas de diversas corrientes de psicología contemporánea que, basándose en una parte del ser humano, intentan explicar casi la totalidad de sus dinamismos. Más aún, incluso nos permite captar el punto ciego en el que puede caer una visión reduccionista que no es capaz de admitir otras observaciones. Por eso, una comprensión acabada de esta antropología facilita un diálogo auténtico entre una perspectiva más desde lo inconsciente con una más conductual, por ejemplo, o cognitiva, sistémica o humanista, por mencionar algunas. 

La formulación que realiza de las facultades, en su orden de emanación y jerarquía, con la definición de sus objetos y operaciones y su relación y lugar en el ser humano, resulta inagotable y siempre novedosa e iluminadora. De igual forma con el tratamiento que hace de cada una por separado sin perder de vista el conjunto, describiendo la sensibilidad externa y sobre todo interna, con sus distinciones, vínculos sensibles, relaciones de dependencia y orden operativo. Es un aporte no suficientemente aprovechado y con enormes posibilidades actuales de exploración. La explicación de la voluntad y su inclinación a la felicidad, como sus conclusiones con relación al contenido objetivo de la misma, y la concepción del entendimiento como esencialmente locutivo y manifestativo de lo real resultan de una riqueza inagotable. 

Nos provee, además, de una aproximación lúcida y equilibrada a la comprensión de la naturaleza humana con una definición de la unión sustancial insuperable. Clara, nítida, profunda, bien dibujada, determina de manera precisa qué significa “animal racional”, lo que da cuenta de todas las ulteriores formulaciones ya mencionadas. Desde la visualización y distinción de los planos en que el alma se conoce a sí misma como sustrato del viviente racional humano, consigue equilibrar y corregir muchas afirmaciones de la filosofía moderna que pueden resultar desorientadoras a la hora de desarrollar sobre ellas consideraciones de carácter psicológico.

Sin embargo, todo ello supone una comprensión de la naturaleza, del cambio y el reposo, del movimiento y las operaciones, que el Aquinate compendia en su opúsculo Los principios de la naturaleza, donde desarrolla nociones como potencia, acto, materia, forma o causalidad, de un modo conceptualmente impecable. Sin una buena filosofía de la naturaleza no es posible una adecuada psicología, puesto que todas las observaciones desde el punto de vista psicológico sobre el ser humano se basan en una comprensión de lo que es la naturaleza. Cualquier error en su comprensión especulativa deriva en un desenfoque en psicología. 

Todo lo expuesto hasta aquí revela la potencia y patrimonio que contiene la herencia intelectual de este autor. No obstante, lo principal y más trascendente de la filosofía de santo Tomás es que se funda toda ella en el acto de ser. Este es el acto de todos los actos y la perfección de todas las perfecciones; por lo tanto, a partir de ella es posible describir el orden del universo y de sus causas sin tener que suprimir o negar nada de lo real. Desde ella, cada ente puede ocupar su lugar dentro del orden total, el cual se ordena, a su vez, al ser personal. En este sentido, contar con una metafísica que permita dar cuenta del concepto de persona y de todas aquellas realidades que revelan infinitud, como la verdad, lo uno, el bien, la belleza, el amor y la amistad, es de los tesoros más grandes y necesarios para construir una psicología respetuosa de lo humano y que pueda, en consecuencia, estar auténticamente al servicio del hombre. Todo error profundo en psicología esconde un error metafísico. Así, en definitiva, el patrimonio del pensamiento de santo Tomás de Aquino constituye una base sólida sobre la cual desarrollar una psicología que podríamos llamar Integral de la Persona.  

Klaus Droste Ausborn

Psicólogo y Doctor en Humanidades

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